viernes, 11 de abril de 2014

CENTRAL OTAGO – DUNEDIN

Central Otago  es soleado, seco y marrón, con antiguas montañas erosionadas, pero también puedes deleitarte con sus campos de hierba verde bajo los Alpes y los ríos azules corriendo por ellos.

En la década de 1860 fue un lugar de oro, todavía pueden verse los antiguos caminos mineros, las casas de piedra donde vivían y las reliquias de la maquinaria de la mina.

Pero hoy en día, el auténtico oro de Central Otago  es el vino. El Pinot noir destaca en los viñedos más australes. Podrás degustarlo en la mayoría de las bodegas.


Dunedin  es conocida como el Edimburgo de Nueva Zelanda, de hecho la palabra Dunedin es el vocablo celta de Edimburgo y los planes originales de la ciudad estaban basados en los mismos que Edimburgo.  Tiene una herencia escocesa muy arraigada y la lleva con orgullo. Está rodeado de espectaculares colinas, a los pies de un lago muerto, Dunedin es la ciudad de estilo victoriano y eduardino mejor conservada en el hemisferio sur.

En la Península de Otago existe una colonia de Albatros, en Punta Taiaroa y es la única colonia continental en el mundo. También existe una de las poblaciones de pingüinos más raros que puedes encontrar que son los pingüinos de ojos amarillos. La Península de Otago tiene algunas de las especies de vida silvestre más raras en el mundo. Dunedin  a menudo es referido como la capital de la fauna de Nueva Zelanda.

La fiebre del oro de Otago  atrajo a muchos inmigrantes, sobre todo chinos, pero también irlandeses, italianos, franceses y alemanes. Los vínculos culturales chinos siguen siendo fuertes. Muchos de los edificios de Dunedin  se remontan a la época de la fiebre del oro, la primera iglesia, la torre del reloj de la Universidad de Otago, el Castillo Larnach y el Otago Boys High School. Oamaru también es conocida por sus edificios de arquitectura victoriana y eduardina y los edificios históricos de piedra blanca.


Dunedin  además es la ciudad de las “primicias” de Nueva Zelanda, la primera universidad, el primer periódico, las primeras escuelas de medicina y odontología, la primera mujer abogado, la primera galería de arte público. También tiene la calle más empinada del mundo, Baldwin St., cada año hacen rodar por esa calle más de 30.000 caramelos de chocolate para apoyar a una organización benéfica local. 

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