Los antepasados polinesios de los maoríes se
establecieron en Nueva Zelanda en el 950 AD mientras que el primer explorador
europeo en descubrir Nueva Zelanda fue Abel Tasman el 13 de diciembre de 1642.
Estos primeros antepasados llegaron utilizando el
conocimiento y las habilidades de navegación tradicional, mareas, vientos,
estrellas, sol, aves migratorias… Se dice que la esposa del gran explorador
Kupe avistó primero las largas nubes sobre la tierra y de ahí su nombre “es una
nube blanca larga”.
Después de Abel Tasman los siguientes europeos que
llegaron a Nueva Zelanda fueron los comandados por el capitán James Cook en
1769, que estaba de viaje por el Pacífico Sur con el fin de estudiar el paso de
Venus por el disco solar.
Las noticias del descubrimiento de Cook se extendieron
rápidamente y en los siguientes años los primeros colonos empezaron a llegar en
busca de madera, lino para las cuerdas y las ballenas para la producción de
aceite. Pero estos nuevos colonos trajeron también devastación con sus
mosquetes, el alcohol y las enfermedades. Sin embargo la peor consecuencia de
todas para la población indígena fue la falta de comunicación sobre la
propiedad de la tierra, la cual iba a tener un efecto mayor y más amplio en la
forma de vida tradicional maorí.
No fue hasta después de la firma del Tratado de Waitangi
con los maoríes en 1840, que un número significativo de europeos llegó a lo que
es hoy día Auckland.
Apia¡hai Te Kawau |
Apihai Te Kawau, por aquel entonces jefe supremo de Ngati
Whatua y Tamaki (Auckland) se dio cuenta de las ventajas que podría significar
dar la bienvenida a los nuevos colonos, oportunidades de comercio, de acceso a
nuevas y valiosas tecnologías y con estas acceso a los mosquetes que les darían
poder frente a la tribu rival Nga Puhi.
Así que en 1840, Apihai Te Kawau, envió a un grupo de
representantes de Kororareka (primera capital de Nueva Zelanda que más tarde
pasó a llamarse Russell), e invitó al gobernador, el capitán Willian Hobson
para establecer su gobierno colonial en Tamaki.
Apihai le ofreció 3.000 acres como gesto de buena
voluntad con la promesa adicional de 8.000 hectáreas más si Hobson se
trasladaba a Tamaki.
En este punto es donde empezaron los malentendidos entre
maoríes y colonos (Pakeha). Hobson quería “comprar” la tierra, pero para los
maoríes el término “comprar tierra” les era totalmente desconocido, al igual
que la idea de los títulos de propiedad. Para los maoríes, al igual que para
otros muchos pueblos indígenas de todo el mundo, las personas son parte de la
tierra y no una mercancía que puede ser vendida y comprada. En la mente de los
maoríes las personas no podían poseer la tierra.
El 18 de septiembre de 1840, el capitán Hobson y un
partido de gobierno de 12 personas, plantaron la bandera británica y se celebra
la fundación de una nueva ciudad que Hobson nombra como Auckland, después de
que los jefes maoríes firmaran el acta provisional de la “venta” aunque en
realidad ellos la entregaban como regalo. Este hecho quedó constatado en el
diario de Sarah Mathew, esposa del jefe inspector Felton Mathew.
El lugar donde se izó la bandera fue nombrado Point
Britomart, hoy en día es el lugar donde se encuentra Anzac Avenue.
Los “malos entendidos” entre maoríes y colonos
continuaron y no fue hasta 1970 que fueron revisados y comenzó el proceso de
reconciliación. Estas cuestiones siguen en proceso hoy en día.
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