El tatuaje se
practica en toda la Polinesia pero en Nueva
Zelanda ha evolucionado con formas únicas, con estriadas y profundas
marcas y motivos espirales. Mientras que
los “moko” faciales o
tatuajes maoríes faciales se hicieron menos frecuentas después de la
colonización europea, a partir de finales del siglo XX se produjo un
renacimiento del mismo y del “moko Kauae” (tatuajes de mentón) de las mujeres.
El “moko” se originó en los rituales
de duelo por los muertos. Las mujeres se cortaban a sí mismas con conchas o con obsidiana y se ponían
hollín en las heridas. La tradición “tā moko” dice que fue traído desde
el inframundo por un jefe llamado Mataora, que se casó con un tūrehu (espíritu
que venía del inframundo) llamado Niwareka. Este espíritu huyó a los infiernos (su hogar) después de que él la golpeara, él
la siguió y el padre de ella le enseñó las técnicas de “Ta moko”.
El pigmento utilizado generalmente es de carbón mezclado
con aceite o líquidos de plantas, conocido como wai ngārahu. Los cinceles
utilizados para los tatuajes
(Uhi) en un principio eran de huesos de aves marinas, después de la llegada de
los europeos se utilizaron de metal, y a partir de la Primera Guerra Mundial
emplearon agujas. Desde finales del siglo XX se aplican con máquinas para
tatuar.
El proceso de “ta
moko” era altamente especializado y el experto en tatuajes (tahunga tā moko) era muy respetado. Se les pagaba
con tesoros tales como armas, mantos o piedras de jade. El proceso estaba muy ritualizado y era
considerado “tapu” (sagrado o espiritual).
El “moko”
representa el estatus de las personas (mana) y algunos de los jefes que
firmaron el Tratado de Waitangi
reprodujeron su “moko” como firma. Sin embargos algunas personas eran consideradas
tan “tapu” que no podían ser tatuados.
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